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MINERÍA CON PROPÓSITO: UN PILAR DEL FUTURO SOSTENIBLE

Por: Rómulo Mucho, exministro de Energía y Minas.


En un mundo que evoluciona a ritmo vertiginoso, gracias a los avances en infraestructura, salud, educación, nuevas tecnologías –como digitalización, inteligencia artificial, etc.–, además de los cambios geoeconómicos y comerciales en el mundo, la minería viene jugando un rol fundamental en el progreso de la humanidad, desde la producción de alimentos, construcción de hogares, hasta el desarrollo tecnológico de avanzada.

La minería está presente en casi todos los aspectos de la vida moderna, sin embargo, esta industria estratégica es aún incomprendida y enfrenta una crisis reputacional que opaca su verdadera contribución, pero es una actividad que transforma territorios, genera empleo digno, impulsa encadenamientos productivos, mejorando las economías locales, lleva desarrollo y oportunidades a comunidades remotas y crea nuevas realidades en la sociedad.

Las megatendencias demográficas y urbanas apuntan hacia un futuro con una población mundial que superará los 9,700 millones de personas en 2050, dos tercios de ellas viviendo en ciudades. Esta nueva realidad implicará una mayor demanda de minerales y materiales que solo la minería puede satisfacer, desde el cobre para transmitir energía, el litio para baterías de vehículos eléctricos, el acero para construir edificios verticalmente, hasta los fertilizantes, sin los que no podríamos alimentar a 4 mil millones de personas. En forma paralela, existe la necesidad urgente de descarbonizar el sistema energético global, lo que plantea nuevos desafíos que la minería debe afrontar con responsabilidad e innovación.

Estamos ante una nueva era para la actividad minera, marcada por la digitalización, la automatización y la inteligencia artificial. Estas tecnologías están transformando radicalmente la forma en que se exploran, extraen y procesan los recursos minerales, haciéndolo de forma más segura, eficiente y con un menor impacto ambiental en dimensiones como la gestión del agua, la biodiversidad y el patrimonio de los pueblos originarios. La minería del futuro no solo será más productiva, sino también más conectada con las comunidades y más alineada con los valores sociales contemporáneos. Este cambio viene acompañado de un nuevo contrato social.

En países como Perú y otras naciones latinoamericanas, con una población joven y llena de potencial, debemos aplicar la llamada “Licencia social para innovar”, que implica un compromiso genuino de las empresas para escuchar, colaborar y actuar con transparencia. No se trata solo de adoptar nuevas tecnologías, sino de hacerlo con responsabilidad, construyendo confianza con las comunidades anfitrionas y la sociedad en su conjunto.

La actividad minera está sujeta a estrictas regulaciones y profundamente influida por políticas nacionales, fiscales, laborales y comerciales. Para que la industria prospere, es clave generar un entorno estable que atraiga capital de origen global, el cual siempre busca la mejor relación riesgo-retorno.

En ese contexto, se estima que se requieren cerca de US$ 100 mil millones adicionales por año en inversión minera para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París y limitar el calentamiento global a 1.5 °C. Esto implicará una demanda sin precedentes solo hasta el 2050: el doble de cobre, seis veces más litio, cuatro veces más níquel, el doble de la producción de acero y potasa, entre otros minerales críticos y las tierras raras. Para lograrlo, será esencial una colaboración sin precedentes entre gobiernos, empresas y sociedad civil.

Los Estados cumplen un rol preponderante en este proceso. Primero, deben ofrecer un marco regulatorio institucional confiable, con reglas claras y estables que garanticen la seguridad jurídica. Segundo, deben fomentar mercados dinámicos y abiertos que estimulen la innovación y la competencia. Y tercero, deben liderar la transición hacia una economía baja en emisiones, facilitando el desarrollo de minerales críticos y estratégicos para tecnologías limpias como energías renovables, baterías y movilidad eléctrica. Superar este desafío requerirá el esfuerzo de todos los actores clave del sistema: industria, gobiernos, inversionistas y comunidades.

El mundo está en camino hacia un futuro que debemos asegurarnos de que sea mejor. Habrá muchas más personas en este planeta buscando mejores niveles de vida, que deberán ser abastecidas y energizadas por recursos extraídos, refinados, transformados y utilizados de manera más sostenible. La minería es clave para hacer posible ese futuro y la oportunidad es enorme. Si cumplimos con este cometido, cumplimos con el mundo: con las economías, las sociedades y las comunidades.

La minería con propósito no es una utopía, es una necesidad. Solo con innovación, responsabilidad y visión a largo plazo podremos garantizar una industria minera que no solo abastezca al mundo, sino que lo transforme positivamente. La minería del futuro ya comenzó: más humana, más ética, más tecnológica, más sostenible. Con la minería se hace posible la vida.

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